No te sientas culpable por el tiempo que dedicas a tus hijos, céntrate en la calidad del tiempo que pasas con ellos. A esto se le llama síndrome de la mala madre.
Todo este razonamiento comienza cuando una enfermera en el hospital nos comenta lo que le dijo su madre. A las mujeres de hoy en día nos ha tocado un papel difícil de desempeñar. Ahora no solo somos independientes y trabajadoras, sino que seguimos además con el peso de la casa y la familia. Estoy totalmente de acuerdo con ella.
Sabemos que hoy en día el papel de padre ha evolucionado muchísimo. Ahora cambian pañales, pasan tiempo con los hijos, juegan, educan, aman. Ahora, si pensamos en «ser madre» pensamos en dedicación, ternura, satisfacción, vida, entrega, renuncia, y todo aquello que signifique «darlo todo por alguien».
Con esto quiero decir que si el padre se dedica a trabajar y descuida sus obligaciones familiares, pasa desapercibido. Sin embargo, si la madre trabaja fuera de casa y descuida sus obligaciones familiares, la cosa se ve de manera diferente.
¿De dónde viene todo?
Todo esto viene por la manera en la que hemos sido educados y cuánto nos queda todavía por avanzar. Nos han inculcado que hay que ser buenas esposas, educar a los hijos, limpiar, velar por los demás. También que esa debía de ser nuestra única ambición y nuestro único sueño. Y que conste que para los de mi generación esto ya había empezado a cambiar. En la generación de mis padres era así y queda todavía el reflejo de esto a lo largo de los años.
Hemos luchado por conseguir nuestros sueños, por ser independientes para sentirnos realizadas como personas. A todo esto hay que sumarle la responsabilidad de la familia. Tu misma te juzgas y eres la primera que te tachas de mala madre por no seguir las espectativas que marca la sociedad.
Cambia el chip.
No cargues con tanta responsabilidad psicológica, ve hacia lo que te hace feliz. Haz un análisis, piensa en tu propia felicidad y deja de sentirte culpable por compaginar la labor de madre con la profesional.
No te sientas culpable por leer un libro a solas, por salir a hacer deporte, por estar tirada en el sillón. Siéntete realizada y plena por conseguir tus sueños. Piensa, si yo estoy feliz, mis hijos lo estarán porque la felicidad se transmite.
Algunos consejillos.
Mirando por aquí y allá, he podido recopilar una serie de cosejos para que el sentimiento de culpabilidad se vaya debilitando:
1.- Trabajar dentro o fuera de casa: Tanto si decides trabajar fuera como dentro de casa, ninguna de las decisiones va a ser una mejor que otra. Lo importante aquí es que tú te sientas lo mejor posible contigo misma, que sea una decisión totalmente libre, tomada sin ningún tipo de presión. Te preocupa tu familia, sé una mamá feliz hagas lo que hagas y harás feliz a tu familia.
2.- No seamos materialistas: El tiempo que pases fuera de casa no debes compensarlo de una forma material. Lo que mejor les va a venir y más les va a beneficiar es el tiempo que les dediques y que ese tiempo sea al cien por cien para ellos. Se trata de ofrecer calidad de tiempo mejor que cantidad. Los hijos valoran el tiempo que pasas con ellos y quieren toda tu atención.
Te voy a hacer un regalo!!!. He preparado para ti un tutorial que te va a ayudar a sentirte mejor ya que le vas a dedicar a tus hijos un tiempo que a ellos les va a encantar. Así que aprovecha las vacaciones y disfrútalo con ellos.
3.- Dedícate tiempo a ti misma: Si educamos a nuestros hijos a que siempre estamos disponibles para ellos, sus necesidades al final se convierten en exigencias. Con una actitud así se acostumbran a que siempre son atendidos de momento y nos consumen nuestro tiempo. Tienen que saber esperar y que también tu y otras personas necesitan de nosotros
4.- Protege a tus hijos con consejos: Educar en valores, hacerles ver lo que está bien y mal. Tienes que aprender a que ellos deben tomar sus propias decisiones. Si se equivocan y caen, que se levanten y luchen con la frustración. No te puedes sentir culpable de sus fracasos. En definitiva, no sobreprotegerlos.
5.- Porque tu lo vales: No olvides nunca que tu vales mucho. Eres brillante, cariñosa, graciosa, imperfecta y muchas más virtudes, además de lo que vales como madre.
«Si vives para agradar a los demás, todos te amarán excepto tú mismo»
Paulo Coelho.
Gracias por estar aquí.
Eva